La respuesta está en ti


La respuesta está en ti.

Uno de los aspectos delicados en relación con el tema de la coherencia e integridad personal es que estamos en un mundo de incertidumbres en que los esquemas morales tradicionales se caen y en que es preciso que cada ser humano encuentre en sí mismo respuestas que antes estuvieron en boca de guías exteriores.

Cada vez ponemos más en duda los modos de ver que no son afines con nuestras ideas propias y, por tanto, la brújula para muchos ya no está en poder de otros, sino que es preciso encontrar las respuestas en nosotros mismos.

Esto nos pone en una posición difícil; siempre es más fácil que otros se hagan responsables, que otros tengan la claridad y nos digan qué es correcto y qué no lo es: es más fácil vivir por reglas que por nuestro sentido profundo de orientación; es más difícil hacernos responsables de nuestras decisiones y posturas.

Para la humanidad infantil aún es muy importante la guía exterior, los patrones fijos, las barandas inmutables que sostienen el vivir.

Esto es y ha sido una etapa insalvable en la evolución humana, pero una minoría creciente de seres humanos se está sintiendo lo suficientemente sólida como para conectarse con una ética interior que guíe nuestro paso por el mundo.

Ello implica más responsabilidad, más cuestionamiento, más claridad, más trabajo personal para ser coherente ya no con una pauta fija dada por otros, sino con las profundas inspiraciones del alma que tendremos que ir develando paso a paso y traduciendo de acuerdo con nuestro propio criterio y libre albedrío.

Todo es un proceso, un ir despejando capas en que la impaciencia y la ansiedad son obstáculos, puesto que todo tiene su tiempo; es preciso ser flexible, adaptarse a los canales que nos ofrece la vida para actuar, a los temas que desde adentro sentimos que es importante elaborar.

Ser coherente no es ser una estatua con normas exteriores aprisionadoras que no permiten el cambio; ser coherente es caminar sobre la cuerda floja en que nos balanceamos hacia un lado y otro, con un eje flexible que nunca pierda de vista ese sol interior que cada vez se revela con más claridad, lo cual hace que los conceptos vayan cambiando, ampliándose a través de los años, trayéndonos crisis, cambios de punto de vista, creencias, esquemas y normas.

Ser coherente con el ser es estar dispuesto a romper las certezas actuales en la medida en que este se nos vaya revelando en mayor profundidad e intensidad.

Nuestro centro siempre nos está llamando a revisarnos, a ir más allá, a profundizar o expandir nuestra acción más potente en el mundo.

Los procesos internos nos conducen a situaciones de vida en que nuestras debilidades, defensas y carencias quedan al rojo vivo, con el único propósito que seamos capaces de verlas, integrarlas y sobrepasarlas.

El asunto no es sobreexigirnos, tensarnos y vivir cuestionándonos cada detalle de nuestra expresión. No se trata de eso; se trata de que el contexto general de nuestro hacer y de la forma de relacionarnos manifieste una concordancia con nuestro impulso espiritual, el que ha estado presente siempre en lo profundo de los sueños humanos y que ha sido puesto en palabras y accionds por los granses hombres y mujeres de todos los tiempos.

¿Te resuena esto?

Extracto del libro de Patricia May, Ando lento, sabiduría para tiempos confusos

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