En un capítulo anterior sobre la depresión, vimos como nuestra sociedad actual está produciendo cada vez más enfermos de depresión y buscamos los orígenes de este malestar. En este artículo, veremos como la industria farmaceútica está jugando un papel predominante en el tratamiento de la depresión.
El papel de la industria farmacéutica
En una sociedad capitalista enferma, lo más fácil es recurrir al médico y un tratamiento para aliviar rápidamente los síntomas, que sean problemas de insomnio, digestión o depresión. Queremos una solución rápida. La enfermedad no se vive como un “proceso adaptivo de salud”, esta alarma que nos da nuestro cuerpo para despertar, para cambiar algo en nuestra vida que no vemos o no somos capaces de cambiar. La enfermedad, o “proceso adaptivo de salud” nos obliga a parar. Sin embargo, una de las armas del sistema capitalista es mantener el control sobre la población a través de discursos fomentando miedo, violencia, guerra, los seres humanos se sienten impotentes, incapaces de cambiar algo, cada vez más dependiente de una ayuda externa, y en el caso de las enfermedades, dependientes del médico. Acudimos al médico cuando enfermamos o a veces porque nos sentimos solos y tenemos ganas de hablar, que alguien escuche nuestras penas, miedos o preocupaciones. Detrás de este desamparo, está la industria farmacéutica prometiendo que se te acabarán tus problemas si te medicas, que tengas depresión o simplemente algún malestar pasajero como pueden ser los estados depresivos. En EEUU hay anuncios publicitarios que venden antidepresivos directamente a los pacientes, invitándoles a preguntar a su médico de cabecera que les recete este medicamento. Hoy en día, la industria farmacéutica invierte más en campañas de marketing que en investigación, impulsando grandes campañas de “concienciación” que alimentan la utopía de ser personas perfectas, haciendo que personas sanas ingieran medicamentos para estar mejor o para curarse de enfermedades. Parece que la medicina ha avanzado tanto, que nadie está sano.
Por ejemplo, me sorprendió mucho el anuncio del laboratorio Pfizer para su antidepresivo “Pristiq” indica con total honestidad en su publicidad “necesitas drogas para ser feliz, pregúntale a tu médico y seguramente te lo prescribirá, no te preocupes si no tienes ningún hobby nuevo, amigos, sólo necesitas una receta para un antidepresivo, solamente puedes ser feliz con pastillas, también tenemos pastillas para tus hijos…” Esta manera de tratar a las personas que sufren de depresión o que simplemente no están a gusto consigo mismas, me ha dejado helada. No se busca el porqué del malestar ¿para qué?, si se puede solucionar con medicamentos y así tener cada vez más clientes fomentando el consumo.
Las farmacéuticas están teniendo cada vez más poder. El jefe del servicio de farmacología del Hospital Vall d’Hebron, Joan-Ramon Laporte comenta que “La industria farmacéutica está medicalizándolo todo. Los laboratorios se inventan enfermedades, convierten la tristeza en depresión, la timidez en fobia social o el colesterol en una enfermedad”. La fusión entre Bayer y Monsanto es un drama planetario porque se podrá producir comida que nos enferma (con Monsanto, ya se ha probado que el glifosato contamina y es responsable de cáncer) y Bayer estará aquí para “curarnos” vendiéndonos medicamentos. Esta unión es un pacto con el diablo. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía afirmaba: “un sistema económico que no proporciona bienestar a una parte muy importante en la sociedad es un sistema económico que fracasa”. El primer antidepresivo (Miltown, predecesor del Prozac) se puso a la venta en 1955. ¿No había casos de depresión antes? Después de la segunda guerra mundial, se aprovechó la situación de devastación, tristeza generalizada para bajar el umbral de lo que se había considerado hasta entonces enfermedad psiquiátrica. Se empezó a banalizar y medicalizar cada vez las pacientes.
Entonces nos preguntamos que si no ha habido ninguna mutación genética masiva silenciosa de personas predispuestas a la depresión, ¿Qué ha pasado? Estamos en derecho de preguntarnos si el sistema capitalista puede producir salud mental. El consumo de los antidepresivos aumenta al mismo ritmo que los ingresos de las empresas farmacéuticas. Irónicamente, nadie se cura. Y cada vez hay más depresivos.
El próximo sábado 10 de febrero de 11h a 14h, tendremos un taller de Kundalini Yoga & Depresión, veremos como el yoga nos puede ayudar a superar los síntomas de depresión y mejorar nuestro bienestar en general.
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Fuente:
http://www.fundacionmelior.org/content/tema/el-negocio-de-la-depresion
4 comentarios en “Depresión y medicación”